De a poco, el agua empezó a correr en las Cataratas del Iguazú tras una de las peores sequías de su historia que desde abril afectaba a una de las principales atracciones turísticas de la Argentina.
La aparición del agua se debe a que comenzaron las precipitaciones que los meteorólogos esperaban para fines de mayo y principio de junio en el sur de Brasil. Justamente la escasez de agua fue el resultado de una lluvia menor a la esperada en los últimos tres meses en la zona del estado de Paraná, que es la que alimenta al río Iguazú.
Para comprender la dimensión histórica de la sequía: desde 1931, momento en que se empezaron a monitorear sus aguas, el río Iguazú jamás tuvo un nivel tan bajo como el del 10 de mayo de 2020, donde el registro de Prefectura marcó 0 m y, el brasileño, apenas el 10 % del caudal habitual.
Con la aparición del agua, en la mañana de hoy el control hidrológico marcó un volumen de agua 519 metros cúbicos por segundo y al mediodía, ya era de 558. A pesar de la novedad, aún se está lejos de los parámetros normales que rondan los 1200 a 1500 metros cúbicos por segundo.