La maestra Carolina Espinoza pedalea a diario varios kilómetros para llegar a casa de cada uno de los alumnos que, por falta de internet, no han asistido a sus clases virtuales, en un cantón de la provincia del Guayas, donde el coronavirus SARS-CoV-2 hace aún más visible la pobreza.
Docente desde hace nueve años en el cantón Playas de Villamil, Espinoza tiene 42 alumnos a su cargo, pero ahora también enseña temporalmente a otros 41 que se ha quedado sin profesora.
Y si alguno de los 83 no aparece en la pantalla durante las clases virtuales que imparte a diario por el aislamiento obligatorio a causa del coronavirus, esta imparable mujer de 40 años toma su bicicleta y busca a los menores, uno por uno, para darles clases particulares y evitar así que se retrasen en sus estudios.
Lee más:
Falta de empleo: uno de los miedos que persigue a los mexicanos