John Waters esta feliz de haber podido adoptar una nueva mascota con la ayuda de la Battersea Dogs and Cats Home de Londres y algunas videoconferencias.
Shadow, un husky siberiano de seis años y medio, vivía con una familia de acogida en Kent, en el sureste de Inglaterra, cerca de uno de los tres refugios gestionados por Battersea.
“Había un gran agujero en nuestra vida cuando nuestro perro anterior murió”, dijo John Waters a Reuters en una entrevista. “Shadow (…) nos ha dado un panorama más positivo, donde podemos salir como familia (…) y ayudar a un (animal) rescatado, que es muy reconfortante para nosotros”.
Tras registrar su interés en internet sobre la adopción de un perro, recibieron una serie de llamadas, incluido un contacto por video en el que “conocieron” a Shadow, y el perro se sumó pronto a su nueva familia en Leicester, en el centro de Inglaterra.
Battersea tuvo que cerrar al público general en marzo y reducir la cantidad de animales que acoge, pero siguió adelante con el proceso de intentar realojar a cientos de perros y gatos con la ayuda de las videollamadas.
No obstante, aunque la de Shadow es una historia feliz, el panorama de las organizaciones de bienestar animal en Reino Unido se presenta incierto.
“Calculamos que estas organizaciones van a sufrir una pérdida del 50% en sus ingresos (por el cierre del coronavirus)”, dijo Steven Craddock, gerente de Battersea.
Al depender por completo de las donaciones públicas, Battersea espera sufrir una pérdida de 11 millones de libras (14 millones de dólares) en los próximos 18 meses, según dijo, complicando la continuación de su labor de rescate, cuidado y realojo de animales abandonados o callejeros.
“Así que si cierran varios centros de rescate en Reino Unido, los animales que necesiten ayuda se van a quedar sin sitio a dónde ir”, señaló.