En marzo, la situación dentro del colegio estatal chileno “Dream House”, en la comuna de Carahue, era preocupante. Solo cuatro alumnos, de los 101 estudiantes que tiene el colegio, disponían de conexión a internet o dispositivos adecuados para recibir videos educativos. El resto pertenecía a comunidades mapuches y rurales en condiciones de vulnerabilidad social alarmantes que quedaban excluidos de un derecho básico: el de la enseñanza, según informo la directora de colegio, Marisol Araneda.
Una de las primeras alternativas de la escuela para que los estudiantes continúen con sus clases fue llevarles personalmente guías de estudio hasta sus casas.
Fue en ese contexto que los directivos de la escuela decidieron poner en marcha en el mes de mayo un proyecto que acortara las brechas de una desigualdad educativa que se ha profundizado durante el confinamiento obligatorio. Así es como nació “aula móvil”, una idea que busca llevar el salón de clase de manera presencial y segura hasta la puerta de la casa de cada alumno.
El instituto contaba con dos vehículos amplios y convencionales que, tras un consenso entre los maestros, adaptó por completo y los convirtió en aulas rodantes. Se desmanteló la parte trasera para colocar una mesa y sillas con dos metros de distancia; los asientos del conductor y acompañante cuentan una fibra de separación para evitar contacto; todo su revestimiento interno se reemplazó por un material permeable para sanitizar adecuadamente y se colocó una pizarra, junto otros elementos didácticos.