La NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y su homóloga de China planean construir bases lunares en las próximas décadas, dentro de un plan de exploración espacial más amplio que llevará al ser humano a destinos más lejanos, como Marte.
Sin embargo, la colonización de la Luna plantea problemas como los altos niveles de radiación, las temperaturas extremas, el bombardeo de meteoritos o uno logístico: cómo llevar hasta allí los materiales de construcción, aunque quizá no haga falta.
Transportar alrededor de 0,45 kg de la Tierra al espacio cuesta unos 10.000 dólares, lo que implica que la construcción de un módulo completo en nuestro satélite de esta manera saldría muy caro. Por este motivo, las agencias espaciales apuestan por utilizar las materias primas de la superficie lunar, o incluso, las que pueden aportar los propios astronautas, como su orina.
Científicos de Noruega, España, Países Bajos e Italia, en colaboración con la ESA, han realizado diversos experimentos para verificar el potencial que tiene la urea de la orina como plastificante, un aditivo que se puede incorporar al hormigón para suavizar la mezcla inicial y hacerla más moldeable antes de que endurezca. Los detalles se publican en el Journal of Cleaner Production.
Los científicos subrayan la necesidad de seguir realizando ensayos para encontrar el mejor material de construcción para las bases lunares, donde se podrá producir en serie mediante impresoras 3D.
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